martes, 13 de febrero de 2018

EL ORACULO DE DELFOS




El oráculo de Delfos fue un gran recinto sagrado dedicado principalmente al dios Apolo que tenía en el centro su gran templo, al que acudían los griegos para preguntar a los dioses sobre cuestiones inquietantes. Situado en Grecia, en el emplazamiento de lo que fue la antigua ciudad de Delfos, al pie del monte Parnaso.

De las rocas de la montaña brotaban varios manantiales que formaban distintas fuentes. Una de las fuentes más conocidas desde muy antiguo era la fuente de Castalia, rodeada de un bosquecillo de laureles consagrados a Apolo. La leyenda y la mitología cuentan que en el monte Parnaso y cerca de esta fuente se reunían algunas divinidades, diosas menores del canto, la poesía, llamadas musas junto con las ninfas de las fuentes, llamadas náyades. En estas reuniones Apolo tocaba la lira y las divinidades cantaban.

El Oráculo se interpretaba por tres pitonisas, las intermediarias entre Dios y los hombres. Al principio eran jóvenes vírgenes, pero más tarde estas fueron reemplazadas por campesinas que rondaban los cincuenta años. 

Para ser pitonisa no había que tener ninguna cualidad especial, y es que el día del Oráculo esta se purificaba con un baño ritual y se vestía de gala. Después se colocaba en lo más profundo del santuario, y respiraba la exhalación sagrada, que era una sustancia alucinógena que manaba de una grieta del suelo. Esta sustancia le hacía entrar en trance, y comenzaba a hablar con la voz de Apolo. También gritaba, se lamentaba, cantaba palabras incomprensibles… Y todo eso era interpretado por un sacerdote para dar una respuesta al consultante.

Ninguna batalla se libraba sin consultar antes el Oráculo, por ello, el oráculo de Delfos influyo en gran manera en la colonización de las costas del sur de Italia y de Sicilia. Llego a ser el centro religioso del mundo helénico.

 

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